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Borges, inolvidable

Al leer cuentos como “El Zahir” las emociones son tan intensas, tan vívidas, que uno llega a sentir que el escritor está cerca, que está respirando al lado, que nos está contando la historia él mismo. Leyéndolo, uno realmente siente que Borges es eterno, inolvidable.

Publicado: 2015-04-24

El cuento “El Zahir” (El Aleph, 1949) ,de Jorge Luis Borges, trata, entre muchas otras cosas, de una palabra cotidiana, común: inolvidable.  

¿Existe algo que sea realmente inolvidable? No hablo de datos que se tienen almacenados en la memoria y que acuden cuando uno lo desea, no. Hablo de algún objeto simple (una moneda de veinte centavos por ejemplo) que tenga la cualidad, por razones inexplicables, de nunca apartarse del pensamiento. Algo que a partir de haber sido visto, todo el tiempo esté -en el sentido más absoluto- en nuestra cabeza. Una cosa que desborde los límites máximos de la obsesión ¿Hay algo así en el mundo real? En la monótona y aburrida cotidianidad un objeto así es inconcebible, pero, en el universo que Borges creó, entre sus muchas trampas metafísicas con forma de cuento, existe una cosa de esa naturaleza y se llama Zahir.

El relato explica que Zahir fue, en Guzerat, a finales del siglo XVIII, un tigre. Que fue un ciego de la mezquita de Surakarta, a quien los fieles lapidaron; un astrolabio; una pequeña brújula; una veta en el mármol de un pilar; el fondo de un pozo y una moneda que “Borges” recibió de cambio después de haberse tomado una caña luego de asistir al velorio de su hermosa, meticulosa y querida Teodelina.

Después de recibir el Zahir –en la forma de una moneda de veinte centavos- Borges empieza a olvidar a Teodelina e inicia el padecimiento del inevitable influjo de aquel objeto. Los primeros síntomas son evocaciones de monedas célebres; el óvolo de Caronte; el denario inagotable de Isaac Laquedem; el luis que delató al fugitivo Luis XVI y las treinta monedas de Judas empiezan a desfilar por la cabeza del narrador.

Poco a poco todo lo demás -el universo- empieza a difuminarse, a apartarse y es opacado mientras el Zahir reluce con más brillo y se impone. El mundo empieza a sintetizarse en algo simple, en un solo objeto, en la terrible moneda ¿Se puede descifrar el cuento como una precisa visión futurista acerca de nuestros días? En el relato se dice que en cada época hay un Zahir, quizá la propensión a reducirlo, simplificarlo y uniformizarlo todo sea el de nuestros días.

La fabulosa historia también aborda teorías que sugieren que el entendimiento absoluto de todo lo que existe pude lograrse conociendo solamente, y en su totalidad, a una flor, a un tigre, o a una moneda. La idea de que el hombre es un microcosmo, como todo lo es, reluce con fuerza también. En fin, Borges explora muchísimas creencias, teorías y filosofías en muy pocas –pero genialmente usadas- palabras, sin embargo siempre deja la sensación de que no se ha entendido todo, de que aún quedan cosas por descifrar, por adivinar, por completar.

Al leer cuentos como “El Zahir” las emociones son tan intensas, tan vívidas, que uno llega a sentir que el escritor está cerca, que está respirando al lado, que nos está contando la historia él mismo.

Leyéndolo, uno realmente siente que Borges es eterno, inolvidable.

Jaime Bueno

http://agujerointemporal.blogspot.com/


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Jaime Bueno

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